humano en el suelo

Mamá ¡quiero ser persona!

Creo que me estoy haciendo mayor. Dicho así parece que voy a soltar una batallita a lo abuelo Cebolleta, aquel personaje de los tebeos de Bruguera que las contaba buenas, y los que me conocen podrían pensar “Hombre, Nacho, parece que madura”, pero hablo mas bien de hacerse mayor como lo dice mi hijo Noel, que tiene seis años (“Papá, que ya soy mayor”), y es que es ahora cuando me encuentro con la “clarividencia” necesaria como para decidir lo que quiero ser, quiero ser PERSONA, con todas las consecuencias (persona es un ser capaz de vivir en sociedad y que tiene sensibilidad, además de contar con inteligencia y voluntad, aspectos típicos de la humanidad).

Bueno, puede parecer una broma pero no lo es, me he dado cuenta de que en esta etapa de transición individual algo se ha revuelto en mi interior y, lo digo muy sinceramente, he descubierto que me gustan las personas, el trato, rodearme de ellas, me preocupo y me ocupo, quiero estar con los seres humanos y compartir cosas, quiero recuperar lo que solemos llamar valores. Digo que soy un nuevo humanista, y es que lo siento así, es cierto, me gustaría que nos fijáramos en aquellos grandes sabios, griegos y romanos, como ya lo hicieron los verdaderos humanistas del Renacimiento, ahora que se habla tanto de lo humano quizás sea un buen momento, no estamos haciendo nada nuevo. Ahora que estoy más sensibilizado, no he podido dejar pasar un hecho que me ha estado dando vueltas a la cabeza ya durante varios días:

A primera hora de la mañana, esperaba el autobús, había un grupo de 3 o 4 personas que esperaba otro, mi gran sorpresa fue que cuando cogieron el suyo y quedó al descubierto una persona tirada en el frío suelo mañanero, un hombre de entre 30 y 40, desastrado y sin higiene de algún día yacía a lo largo, evidentemente lo había visto, evidentemente lo habían ignorado… Era muy posible que estuviera borracho, lo estaba, pero ¿es esta la actitud que ya nos queda ante nuestros semejantes? La indiferencia absoluta!! No se puede hacer mucho cuando un individuo ha elegido la autodestrucción, pero preguntar si se encuentra bien ¡que menos! Ofrecerle ayuda, intentar llevarle a un banco donde no coja el frio del suelo, hablar con él o ella (a veces, los humanos, solo queremos que se nos escuche), dar unos minutos de nuestro tiempo a ese igual, a ese humano que no encuentra solución… Fue un poquito lo que hice.

No, no, no voy de salvador por la vida, hablo simplemente de ser humano, querer ser solidario, de querer ser persona… ¿Mamá me oíste?

Ignacio F. Alberti

Deja un comentario